viernes, 8 de octubre de 2010

EL GOLPE DE ECUADOR


ARTÍCULO DE JOSÉ LUIS CAMBA ARRIOLA

NOTA

El doctor José Luis Camba Arriola es egresado de la Universidad Complutense de Madrid, donde realizó estudios en Sociología y Ciencias Políticas, especializándose en Sociología Política (Sociología del Poder: redes y mecanismos formales e informales). Actualmente es consultor político y analista.

Después de una temporada fuera por motivos personales, vuelve a enviar sus análisis sociopolíticos de forma periódica, a través de Difunet.

EL AUTOR AUTORIZA LA REPRODUCCIÓN ÍNTEGRA DEL TEXTO O EN SU CASO CITAR LA FUENTE.


EL GOLPE DE ECUADOR

Por José Luis Camba Arriola

México, D. F., a 8 de octubre de 2010

Comienza a ser común el error de pronunciarse demasiado rápido sobre alguna noticia que explote en los medios de comunicación. El de los deslaves de Oaxaca es un ejemplo y por supuesto el de Ecuador otro. Es probable que en el primero, el ayuntamiento del pueblo afectado viera la oportunidad de recibir recursos extraordinarios y el gobernador también. Declarar “estados de emergencia” es la única forma de obtener asignaciones presupuestales sin tener que discutir. Amén de que no es necesario demostrar su destino pues no son, por su carácter, sujetos a los canales normales de fiscalización. También pudieron temer, como fue el caso de la presidencia, que los acusaran de insensibilidad o lentitud para socorrer a los posibles afectados. El caso es que todos se lamentaron y solidarizaron por una tragedia que, afortunadamente por ahora, no ocurrió. Resultó que el gran incendio no fue más que la quemazón del petate del muerto.

El supuesto golpe de estado en Ecuador es otro asunto similar. Aparece la noticia en los medios, los noticieros la cubren como un golpe de estado y los políticos de se pronuncian en contra solidarizándose con Correa. En este caso el miedo empático es el móvil del apresuramiento: no vaya a ser que les pueda pasar lo mismo. Hasta los organismos internacionales participaron en la farsa: la Unión de Naciones Suramericanas, que casualmente Ecuador preside pro tempore, redactará un estatuto de sanciones contra golpes de estado; una especie de golpe de los estados contra el Estado del golpe. Contendrá cierres de frontera, suspensión del comercio, del tráfico aéreo y de la provisión de energía, servicios y otros suministros. O sea, lo que más o menos le aplicaron algunos países a la Honduras de Michelet. Así lo hizo saber, otra casualidad, el canciller de Venezuela quien oportunamente se encuentra en Quito para mostrar el respaldo de Chávez, quien ya sufrió otro golpe igual años atrás, a su colega ecuatoriano. Bueno, hasta el gobierno de Obama se sumó a la condena del deplorable golpe. No fuera que lo acabasen acusando de estar detrás de los golpistas. Rodríguez, presidente de España y, no poca cosa, de la Comunidad Europea, también se solidarizó. ¡Ah!, y Calderón, Ebrard, Peña y otros. Vamos: todos.

Sin embargo, nuevamente se apresuraron. La velocidad de la globalización los acaba. No les da tiempo para pensar. Decía Perícles Namorado, que la distancia entre la lengua y el cerebro la pusieron para no decir estupideces. Es decir, lo primero que se ocurra. Hoy parece que esa distancia ha desaparecido, pues la lengua ha crecido, multiplicando su alcance gracias a la facilidad y velocidad para hacerse ver o escuchar; manjar de todo político que se precie de serlo.

Lo de Ecuador no fue, ni remotamente, un golpe de Estado. Para serlo se requiere que quienes lo realizan pretendan adueñarse del poder político, lo que no fue nunca la intención de los participantes. Todo el tiempo se pronunciaron por la derogación de la ley que recorta sus beneficios económicos: nada más. Es más, el propio jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Ecuador, Ernesto González, al respaldar a Correa planteó la derogación de la ley. Y es que además, un golpe de Estado requiere de la participación activa de por lo menos un grupo militar o la neutralidad (complicidad pasiva) de todas las fuerzas armadas. Lo que tampoco ocurrió. 30,000 policías ecuatorianos con armamento convencional, que no fue el caso, contra 80,000 “efectivos militares” equipados para la guerra. Sólo en Costa Rica o cualquier otro estado pequeño, donde la única fuerza armada es la policía puede darse un golpe así. No, lo de Ecuador no fue eso. Fue muy distinto: un levantamiento o, de acuerdo a la doctrina española: un pronunciamiento. Es más, Correa acusó al expresidente Gutiérrez, quien se encuentra como observador electoral en Brasil, de respaldar el golpe; cuando Karina, la hija de éste, subteniente del ejército, participó en la liberación del propio Correa. Lo que realmente ocurrió parece una protesta de funcionaros del estado (policías) por futuros recortes a sus ingresos. Un asunto importante, sí; pero no un asunto de Estado. El mismo error que cometió Díaz Ordaz, un dos de octubre, hace más de cuarenta años: convertir a un asunto de tercera en uno de primera; comprometer su autoridad participando sin necesidad en algo que alguien menor debió resolver.

No cabe duda que Rafael Correa, el presidente del país con menor estabilidad política del continente aprovechará los acontecimientos por él provocados, de los que derivaron cuatro muertes, para fortalecer su posición política, endureciendo su postura, tal como lo hizo Chávez en su momento. De eso no hay duda. Lo que deben aprovechar los demás es aprender a reaccionar. El asunto de la lengua y el cerebro. Información errónea siempre la ha habido y la habrá. Tanta como interesados existan. No obstante, la clave de la diplomacia preglobalización era la prudencia: se tomaban su tiempo para pensar y contestar. Es más, sin prudencia no hay diplomacia. Señores políticos: sean más diplomáticos, simplemente: sean prudentes.

joseluis@camba.ws

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jueves, 23 de septiembre de 2010

“TREINTA CLAVES PAR ENTENDER EL PODER. LÉXICO PARA LA NUEVA COMUNICACIÓN POLÍTICA”


BOLETÍN E INVITACIÓN A PRESENTACIÓN DEL LIBRO




BOLETÍN DE PRENSA


“TREINTA CLAVES PAR ENTENDER EL PODER. LÉXICO PARA LA NUEVA COMUNICACIÓN POLÍTICA”

  • Texto indispensable para comunicólogos, consultores, académicos, estudiantes y para todo interesado.

  • Los autores coordinados por Javier Sánchez Galicia suman definiciones, teorías, debates y bibliografía para abordar cada clave.


México, D. F., a 23 de septiembre de 2010


Este lunes 27 de septiembre se presentará el libro “Treinta Claves para entender el Poder. Léxico para la Nueva Comunicación Política”, trabajo coordinado por Javier Sánchez Galicia en el que se examinan términos y conceptos cotidianamente utilizados por los profesionales de la comunicación y el marketing politico en su contexto actual.

Este libro pretende ser un referente fundamental para todos aquellos que busquen una visión más amplia de la comunicación política como son los analistas, los consultores políticos, los académicos y los estudiantes de ciencias políticas, comunicólogos y en general los ciudadanos preocupados por entender el poder en el siglo XXI.

Las 30 claves que se desglosan a detalle, son algunas de las más representativas de la Comunicación Política, como son Agenda Setting, Comunicación de Crisis, Lobbying, Espiral del Silencio, entre muchos otros conceptos teóricos-prácticos acuñados por estudiosos que son ya considerados como pilares en la materia, como Harold Laswell, Paul Lazarfeld y Kurt Lewin, entre otros teóricos.

Durante la última década el Instituto de Estudios sobre Comunicación Política ha publicado libros especializados como “Marketing y Elecciones”, “Razones de Voto” y “Gobierno Electrónico”. En mayo de este año y gracias al apoyo de la Fundación René Avilés Fabila y el Centro de Investigación sobre Opinión Pública de la Benemérita Universidad Autónoma del Estado de Puebla, editó el libro “Treinta Claves para Entender el Poder. Léxico para la Nueva Comunicación Política”, bajo la coordinación del autor e impulsor de esta obra Javier Sánchez Galicia y con la participación de Fernando Díaz Montiel, Salvador González Jaramillo y Elías Aguilar García, todos ellos profesionales mexicanos con una larga trayectoria en la investigación de la comunicación política en Latinoamérica.

Los autores de este trabajo editorial abordan cada clave desde la realidad que vivimos en nuestros días, colmada del uso de las Tecnologías de la Información, las Redes Sociales y otras herramientas innovadoras de comunicación que implican nuevos retos y que están revolucionando la convivencia social.

El reconocido columnista de la fuente política Carlos Ramírez, autor del Prólogo de esta obra afirma que es: “…un libro indispensable para los nuevos comunicólogos políticos, para los consultores profesionales de la política, para la a veces inamovible academia política mexicana, para los políticos que suelen olvidar que la política es una ciencia y una filosofía y también para el ciudadano común que quiere conocer el funcionamiento del sistema político actual, para evitar los engaños propios de la política".

El Léxico para la nueva Comunicación Política coeditado por el Instituto de Estudios sobre Comunicación Política, el Centro de Investigaciones sobre Opinión Pública de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la Fundación René Avilés Fabila y Piso 15 Editores ya se encuentra a la venta en librerías de prestigio de todo el país.

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INVITACIÓN A LA PRESENTACIÓN

"30 CLAVES PARA ENTENDER EL PODER

Léxico para la nueva Comunicación Política"

México, D. F., a 23 de septiembre de 2010

Sr(a). reportero(a) y/o
columnista y/o
jefe(a) de Información:

El Instituto de Estudios sobre Comunicación Política le invita a que nos acompañe a la presentación del libro "30 claves para entender el poder. Léxico para la nueva comunicación política", coordinado por su Director y también Consultor en Comunicación de gobiernos estatales y municipales, Javier Sánchez Galicia, con la coautoría de Fernando Díaz Montiel, Salvador González Jaramillo y Elías Aguilar García.

Contaremos con la presencia como comentaristas del periodista Carlos Ramírez; el Maestro Enrique Agüera, Rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP); Abel Hernández López, ex coordinador de Comunicación del Partido Acción Nacional (PAN) y el Lic. Sebastián Lerdo de Tejada, Diputado Federal.

El evento se desarrollará a partir de las 18:00 horas del próximo lunes 27 de septiembre de 2010, en el Club de Industriales, ubicado en el No. 29 de la calle Andrés Bello, Col. Polanco, en la Ciudad de México, Distrito Federal.

El Instituto de Estudios sobre Comunicación Política, le agradece su interés periodístico para esta invitación, en espera de que nos acompañe con un fotógrafo o camarógrafo de su prestigiado medio de información.


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CONTACTO: Renato Consuegra
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miércoles, 9 de junio de 2010

ABRE CONVOCATORIA DEL PROGRAMA BALBOA PARA JÓVENES PERIODISTAS



ABRE CONVOCATORIA DEL PROGRAMA BALBOA PARA JÓVENES PERIODISTAS

Se otorgarán becas a 20 periodistas en activo de Iberoamérica.
Los participantes trabajarán en los medios más importantes de España.

El Programa Balboa para Jóvenes Periodistas Iberoamericanos de la Fundación Diálogos de España, presenta la convocatoria para su décima promoción correspondiente al año 2011, en la cual se otorgarán becas a 20 periodistas en activo de la región, menores de 32 años y que cuenten con título de licenciatura.

Los periodistas seleccionados cursarán un programa académico que incluye temas periodisticos y de la actualidad iberoamericana; y otro, que los colocará para trabajar en los medios de comunicación en España a fin de que conozcan de primera mano la labor periodistica en aquel pais.

El Programa iniciará en febrero y concluirá en julio, los periodistas seleccionados recibirán una ayuda económica de 1.000 euros mensuales, menos impuestos, además de los pasajes ida y vuelta a Madrid, un seguro médico y un seguro de accidentes y de repatriación.

Los requisitos para optar por el programa son tener título de licenciatura, ser menor de 32 años, estar en activo al momento de la inscripción en algún área ligada al periodismo (reportero, fotógrafo redactor, editor, comunicación social o RP), además de residir en un país de la región.

En los últimos años, los participantes del Programa Balboa han trabajado en los diarios El Mundo, El País, ABC, Marca, La Razón, La Gaceta, El Economista, Expansión y Cinco Días; en las revistas Tiempo de Hoy, Época, Capital; en las agencias de noticias EFE, Servimedia y Europa Press; en canales de televisión como La Cuatro o CNN Plus, y emisoras de radio como la cadena SER.

La convocatoria está abierta hasta el próximo 15 de julio y las postulaciones se deben realizar por Internet a través de la página web www.programabalboa.com. Sólo serán considerados los candidatos que hayan completado todas las etapas de la planilla de postulación online.

El postulante debe disponer de una dirección de correo electrónico, donde recibirá información sobre el proceso.

En el Programa Balboa, cuya primera promoción correspondió al año 2002, han participado 184 periodistas latinoamericanos, de estos 14 mexicanos.

Cualquier consulta de los postulantes puede realizarse enviando un correo a la dirección mexico@programabalboa.com .

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CONTACTO: Renato Consuegra
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martes, 1 de junio de 2010

Militares a las fronteras

Escrito por: José Luis Camba Arriola.
31 / 5 / 2010

LOS MILITARES A LAS FRONTERAS
Por: José Luis Camba Arriola.
Puebla, Pue.- Parece haber un acuerdo generalizado en que los “norteamericanos” deben
responsabilizarse por el tráfico ilegal de armas hacia México. El Presidente
de México se lo exigió a los miembros del Congreso vecino. En México, a
todos les pareció bien y se lo aplaudieron (a pesar de que todos, Obama,
Calderón, los congresistas e incluso los de los aplausos saben que eso no va
a ocurrir). La confusión sobre el uso de los militares para combatir delitos
es tal que nadie parece darse cuenta de lo esencial: “lo más sencillo suele
ser la mejor respuesta”. Siempre he sostenido que los militares tienen como
único propósito resguardar la soberanía de un Estado. Es evidente que muchos
confunden la soberanía con la ausencia de violencia y por eso mandan a los
militares a realizar trabajo policíaco. Quizás la aplicación del principio
de la “Navaja de Ockham” nos ayude a dilucidar la cuestión.
Los políticos y los militares ya anunciaron que el retiro de las fuerzas
armadas de las calles del país no ocurrirá pronto. ¿Por qué? Pues en
realidad, porque las mandaron a realizar una tarea que les es impropia. La
principal cualidad de un político (quizás la única), es saber para qué
sirven los demás (personas, instituciones, cosas, presupuestos, actos,
etcétera). Es evidente que si alguien no sirve para algo, deben aprovecharlo
para lo que sí sirve. La utilidad deviene directamente de la preparación.
Pues bien, resulta que si los militares sirven para defender la soberanía,
en este momento tan difícil eso es lo que podrían estar haciendo. La pista
se la dio el propio Obama a Calderón el martes 25 de mayo: mandó otros 1,200
guardias nacionales a vigilar la frontera con México. Los vecinos del norte
consideran, de forma atinada, que el control de sus fronteras es una
cuestión de seguridad nacional, es decir, de soberanía. No quieren drogas o
inmigrantes ilegales y deciden poner militares en su frontera para evitar
ambas cosas. No esperan que México impida alguna de las dos cosas (saben que
no puede y aunque pudiera es una cuestión soberana de los E.E.U.U., y no se
la dejan a alguien más). No mandan a los guardias nacionales a vigilar las
calles y buscar inmigrantes ilegales o narcotraficantes o droga; no, ese
trabajo se lo dejan a las diversas policías (incluso los arizonianos, con su
nueva ley, lo dejaron en manos de la policía). Para mandarlos a las calles,
hay que declarar estados de emergencia (lo que por cierto solicitan los
gobernadores al Presidente, por ser facultad soberana de cada Estado) y
cumplir una serie de requisitos de tiempo y lugar para garantizar una salida
expedita de las fuerzas armadas. Es decir, exactamente lo contrario que
estamos haciendo en México.
Ahora bien, ¿deberíamos hacer algo similar nosotros? Analicemos brevemente
la hipótesis:
Nos quejamos de que los norteamericanos no impiden que las armas se
trafiquen a México. Bien, mandemos a los militares a cuidar las fronteras
para evitar que entre armamento y dinero sucio (cuidar las fronteras es por
antonomasia defender la soberanía, lo cual es tarea de los militares). No
necesitamos pedirle a los vecinos que lo hagan por nosotros; esa es una
tarea nuestra. Es más, E.E.U.U. ha facilitado el proceso con la construcción
de los muros de los que tanto nos hemos quejado. Sirven para ambos
intereses, el de ellos y el nuestro. No dejemos espacio por cuidar, ni al
norte, ni al sur ni en mar o cielo. Para eso sí sirven los militares.
Desconfiamos de nuestras policías en todo el país. Demos de baja a un número
igual de militares y que se conviertan formalmente en policías, homologando
los salarios en todo el país y manteniendo un sistema de escalafón y
antigüedad atractivo junto con una disciplina militarizada (en la mayoría de
los casos ganarían un mejor salario que el que reciben actualmente). Los
ciudadanos no podrían desconfiar de ellos pues actualmente cuentan con su
respaldo. Aprovechemos ese honor que la población les reconoce para
modificar la relación de los cuerpos policíacos con los civiles.
Tampoco confiamos en los gobernadores de algunas entidades y creemos que
favorecen a determinados grupos de narcotraficantes. Mandemos a los
militares a custodiar los límites entre cada entidad federativa y el
Distrito Federal. Ese también es su papel: mantener el equilibrio entre los
miembros del pacto federal garantizándoles el respeto entre cada uno de
ellos. Después de las fronteras, los límites de cada Estado representarían
un “segundo retén”. Una segunda oportunidad con respeto a la soberanía de
cada entidad.
Por último, si algún gobernador se siente rebasado por el narcotráfico puede
declarar el estado de emergencia y pedir la presencia de los militares hasta
que restablezca el control por sus propios medios.
El número de militares destinados a “combatir” al “crimen organizado” es
suficiente para reasignarlos a estas tareas pero si no lo fuere, se podría
recurrir a más. Finalmente, esa es su tarea constitucional, lo que hacen
actualmente: no lo es.
JOSÉ LUIS CAMBA ARRIOLA
* El doctor José Luis Camba Arriola es egresado de la Universidad
Complutense de Madrid, donde realizó estudios en Sociología y Ciencias
Políticas, especializándose en Sociología Política (Sociología del Poder:
redes y mecanismos formales e informales). Actualmente es consultor político
y analista.
Después de una temporada fuera por motivos personales, vuelve a enviar sus
análisis sociopolíticos de forma periódica, a través de Difunet.
presentar el
Movimiento de Observación Electoral en Puebla: *Puebla Vigila*,* *en* *
coordinación* *con* *el* *movimiento* *nacional* *de* *Alianza*
*Cívica:*Juego Limpio-Voto Libre .
*
Dicho movimiento; es un esfuerzo ciudadano 100% apartidista, donde se cuenta
con la participación de representantes de los diferentes sectores de la
sociedad, entre los que se encuentran:
· Cuidemos el Voto
· Alianza Cívica
· Integradora de Participación Ciudadana
· Coparmex Puebla
· DHP
· Somos México
· Empodérate Consultores,
· Entre otros movimientos y agrupaciones al interior del Estado.
En esta rueda de prensa, *nos acompañaran: Emilio Álvarez Icaza* (Ex
ombudsman del Distrito Federal y precursor de derechos humanos en el
DF) y *Lucila
Servitje* (Catedrática de la Ibero Santa Fe, promotora de derechos humanos
en el DF) como *representantes del Consejo Ciudadano de Juego Limpio-Voto
Libre 2010*; *Patricia Colchero*, Coordinadora del Proyecto nacional
de *Alianza
Cívica*: Juego Limpio-Voto Libre 2010, *Francisco Rodríguez Presidente de
Coparmex Puebla y Marcela Nieto Vocera del Puebla Vigila. *

Los políticos y los militares ya anunciaron que el retiro de las fuerzasarmadas de las calles del país no ocurrirá pronto. ¿Por qué? Pues enrealidad, porque las mandaron a realizar una tarea que les es impropia. Laprincipal cualidad de un político (quizás la única), es saber para quésirven los demás (personas, instituciones, cosas, presupuestos, actos,etcétera). Es evidente que si alguien no sirve para algo, deben aprovecharlopara lo que sí sirve. La utilidad deviene directamente de la preparación.Pues bien, resulta que si los militares sirven para defender la soberanía,en este momento tan difícil eso es lo que podrían estar haciendo. La pistase la dio el propio Obama a Calderón el martes 25 de mayo: mandó otros 1,200guardias nacionales a vigilar la frontera con México. Los vecinos del norteconsideran, de forma atinada, que el control de sus fronteras es unacuestión de seguridad nacional, es decir, de soberanía. No quieren drogas oinmigrantes ilegales y deciden poner militares en su frontera para evitarambas cosas. No esperan que México impida alguna de las dos cosas (saben queno puede y aunque pudiera es una cuestión soberana de los E.E.U.U., y no sela dejan a alguien más). No mandan a los guardias nacionales a vigilar lascalles y buscar inmigrantes ilegales o narcotraficantes o droga; no, esetrabajo se lo dejan a las diversas policías (incluso los arizonianos, con sunueva ley, lo dejaron en manos de la policía). Para mandarlos a las calles,hay que declarar estados de emergencia (lo que por cierto solicitan losgobernadores al Presidente, por ser facultad soberana de cada Estado) ycumplir una serie de requisitos de tiempo y lugar para garantizar una salidaexpedita de las fuerzas armadas. Es decir, exactamente lo contrario queestamos haciendo en México.
Ahora bien, ¿deberíamos hacer algo similar nosotros? Analicemos brevementela hipótesis:
Nos quejamos de que los norteamericanos no impiden que las armas setrafiquen a México. Bien, mandemos a los militares a cuidar las fronteraspara evitar que entre armamento y dinero sucio (cuidar las fronteras es porantonomasia defender la soberanía, lo cual es tarea de los militares). Nonecesitamos pedirle a los vecinos que lo hagan por nosotros; esa es unatarea nuestra. Es más, E.E.U.U. ha facilitado el proceso con la construcciónde los muros de los que tanto nos hemos quejado. Sirven para ambosintereses, el de ellos y el nuestro. No dejemos espacio por cuidar, ni alnorte, ni al sur ni en mar o cielo. Para eso sí sirven los militares.
Desconfiamos de nuestras policías en todo el país. Demos de baja a un númeroigual de militares y que se conviertan formalmente en policías, homologandolos salarios en todo el país y manteniendo un sistema de escalafón yantigüedad atractivo junto con una disciplina militarizada (en la mayoría delos casos ganarían un mejor salario que el que reciben actualmente). Losciudadanos no podrían desconfiar de ellos pues actualmente cuentan con surespaldo. Aprovechemos ese honor que la población les reconoce paramodificar la relación de los cuerpos policíacos con los civiles.
Tampoco confiamos en los gobernadores de algunas entidades y creemos quefavorecen a determinados grupos de narcotraficantes. Mandemos a losmilitares a custodiar los límites entre cada entidad federativa y elDistrito Federal. Ese también es su papel: mantener el equilibrio entre losmiembros del pacto federal garantizándoles el respeto entre cada uno deellos. Después de las fronteras, los límites de cada Estado representaríanun “segundo retén”. Una segunda oportunidad con respeto a la soberanía decada entidad.
Por último, si algún gobernador se siente rebasado por el narcotráfico puededeclarar el estado de emergencia y pedir la presencia de los militares hastaque restablezca el control por sus propios medios.
El número de militares destinados a “combatir” al “crimen organizado” essuficiente para reasignarlos a estas tareas pero si no lo fuere, se podríarecurrir a más. Finalmente, esa es su tarea constitucional, lo que hacenactualmente: no lo es.

JOSÉ LUIS CAMBA ARRIOLA
* El doctor José Luis Camba Arriola es egresado de la UniversidadComplutense de Madrid, donde realizó estudios en Sociología y CienciasPolíticas, especializándose en Sociología Política (Sociología del Poder:redes y mecanismos formales e informales). Actualmente es consultor políticoy analista.
Después de una temporada fuera por motivos personales, vuelve a enviar susanálisis sociopolíticos de forma periódica, a través de Difunet.

martes, 18 de mayo de 2010

¿PARA QUÉ SIRVEN LOS MILITARES EN EL 2010? Por: José Luis Camba Arriola.

NOTA

El doctor José Luis Camba Arriola es egresado de la Universidad Complutense de Madrid, donde realizó estudios en Sociología y Ciencias Políticas, especializándose en Sociología Política (Sociología del Poder: redes y mecanismos formales e informales). Actualmente es consultor político y analista.

Después de una temporada fuera por motivos personales, volverá a enviar sus análisis sociopolíticos de forma periódica, a través de Difunet.

EL AUTOR AUTORIZA LA PUBLICACIÓN ÍNTEGRA DEL TEXTO O EN SU CASO CITAR LA FUENTE.



México, D. F., a 17 de mayo de 2010

La verdad es que para lo mismo que en 1810 y en 1910 respectivamente. Centenar y bicentenar de ocasiones lo confirman.

Las personas se están acostumbrando tanto al absurdo de que los militares se ocupen de cuestiones civiles que los políticos (al fin personas también, un poco extrañas, pero personas) buscan la manera de legalizarlo con el aplauso generalizado de los comunicadores. Nos dicen que para proteger los derechos fundamentales y castigar a los miembros de las fuerzas armadas que los violen.

Por su parte, algunos militares (también personas, menos extrañas que los políticos, pero también extrañas) han propuesto que mejor los dejen trabajar con más holgura y reduzcan un poquito los derechos fundamentales, mientras acaban con tanto delincuente de ambos fueros. Postura a la que los comunicadores, lógicamente se oponen, pues están de acuerdo con la de que se mantengan los derechos y se castiguen los abusos.

Por último, estamos algunos otros que consideramos que ambos están equivocados pues parten de un punto de vista común, erróneo de origen. A saber, que los militares deben combatir al “Crimen Organizado” (a mí me parece que tanto matadero parece harto desorganizado).

Volvamos un momento a los orígenes. Seamos prácticos, teoricemos:

Artículo 129.- En tiempo de paz ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar.”

No deja lugar a dudas: en tiempo de paz, los militares solamente pueden dedicarse a cuestiones relacionadas con su disciplina. Ahora bien, que yo sepa, y aunque a veces parezca lo contrario, vivimos tiempos de paz. Entonces, si esto es así, las fuerzas armadas se encuentran imposibilitadas, constitucionalmente, para tomar el control de asentamiento humano alguno, sin importar el número de asesinatos que se cometan en éstos, los quilos de droga que se merquen o la cantidad de dinero que se lave, riegue o reparta..

Y es que en 1917, cuando se redactó nuestra Constitución, los autores ni siquiera tuvieron que discutir las funciones de los militares. Lo tenían muy claro, sobre todo porque la Carta Magna que se estaba reescribiendo marcaba el fin de la más grave guerra popular que México hubiese vivido hasta entonces. El papel de los militares en tiempos de paz no debía interferir, bajo ningún pretexto, con la vida civil. Demasiados ejemplos de ello nos había dejado la historia de la política decimonónica. El riesgo de que el mayor monopolio de fuerza del Estado se corrompiera con tentaciones de poder tenía que ser suprimido. La sociedad debía resolver sus conflictos con medios civiles. El papel de los militares debía circunscribirse a inhibir, con su existencia y continua profesionalización, las amenazas a la soberanía. Sólo en esos casos debía actuar con toda la autoridad que le confería su papel constitucional. Las fuerzas armadas de nuestro país no debían sobajarse dedicándolas, tampoco, a funciones menores. La defensa a la soberanía es lo que, como también hoy, justificaba e informaba su existencia. A ese fin, que en última instancia nadie más puede proteger, debía dedicar sus recursos. A prepararse para estar en condiciones de combatir a quienes, con medios violentos, amenazaren el orden constitucional. Para ninguna otra cosa.

Pero tan claro estaba para los constituyentes de 1917 que el 25 de enero de ese mismo año, después de haber tomado al pie de la letra, el contenido del artículo 128 de la Constitución de 1857, aprobaron, sin discusión alguna, la inclusión de este artículo en nuestra Carta Magna vigente bajo el número 129.

Claro que algunos dirán, que la previsión constitucional que acabamos de comentar, se refiere a que los militares no ocupen cargos civiles simultáneamente. Pues no. Este precepto se especifica, a lo largo de toda la Constitución, cuando se hace referencia a los impedimentos para ocupar el amplio catálogo de cargos públicos con que cuenta el Estado.

Pero eso no es todo, para que no cupiera la duda, el artículo 89 constitucional le informa al Presidente de la República del destino único del trabajo de los militares. Veamos lo que dice:

Artículo 89.- Las facultades y obligaciones del Presidente son las siguientes:

I. …;

VI. Preservar la seguridad nacional, en los términos de la ley respectiva, y disponer de la totalidad de la Fuerza Armada permanente o sea del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea para la seguridad interior y defensa exterior de la Federación;”

Aclaremos: “Preservar la seguridad nacional,” o sea, “la seguridad interior y” la “defensa exterior de la Federación”. En una palabra: soberanía. Ahora, hasta donde yo me quedé, los asesinatos de inocentes o de delincuentes: de la naturaleza que sean, no implican una amenaza exterior alguna ni tampoco una cuestión de seguridad interior. Una revuelta, un levantamiento armado de insurgentes, como el del EZLN; o una declaración de guerra de una entidad federativa a otra sí son asuntos de seguridad interior y tal como lo manda este artículo de la Constitución, requieren de la intervención del ejército para preservar la seguridad nacional. Los asesinatos o el tráfico de estupefacientes, no.

Como, en mi opinión, tampoco la custodia y traslado de boletas electorales, o los desastres naturales son causales de intervención militar. No, las fuerzas armadas no deben dedicarse a estos asuntos. Ya contamos con nefastas experiencias de corrupción que bajo el pretexto del combate al narcotráfico, han manchando el nombre de las instituciones militares antecalderonianas. Estas tareas no son propias de militares. Ningún país civilizado se las asigna. Tampoco debíamos hacerlo nosotros. La incapacidad de los funcionarios civiles para realizar sus tareas no justifica la intervención militar; lo único que hace es poner en evidencia esa incapacidad.

Por ello sostengo que los militares sirven para resguardar las soberanías. Para ninguna otra cosa. Deben concentrarse en ello y en nada más. Recordemos que por alguna razón, nos guste o no, históricamente, el ejército oficial mexicano nunca ha ganado una guerra. Las ha perdido todas. Desde la Conquista española hasta la Revolución Mexicana, pasando por la Independencia, los ejércitos oficiales del poder en México, han perdido todas las guerras. Que no nos vuelva a pasar.

Recuerdo que hace algunos años, ante estos argumentos, un General del Ejército, tratando de justificar la presencia militar por sustitución de la corrupción policíaca me preguntó enérgicamente (militar, claro está) “¿para los ciudadanos, cuál es la institución más honorable del país?”: a lo que contesté: “los bomberos”. Y claro que eso no justifica que los pongamos a combatir narcos o asesinos.

Entonces, tal como le aclaré al General, lo sostengo ahora: si en opinión de quienes mandan o deciden, los militares están ocupando espacios civiles por ser imposible confiar en las policías; dos son las soluciones: primero, destituir a todos los policías (sino es una doble pelea: contra los delincuentes y contra los delincuentes policiales); segundo, dar de baja a la mitad de los “efectivos” de las fuerzas armadas (alrededor de 150,000 ciudadanos) y recibirlos con los brazos abiertos (rango, mando y antigüedad incluidos) como nuevos miembros sustitutos de los policías corruptos.

De ese modo, se lograría mantener intachable la reputación de los militares. Lo demás seguiría igual, pero los militares estarían mejor y los derechos humanos serían violados por individuos sujetos a las leyes y códigos de los fueros común y federal. Sin regímenes especiales.

Insisto que tampoco solucionaría el problema original, pero lo que están haciendo ahora y lo que pretenden hacer, tampoco.

Por eso, señores políticos, dejen que las fuerzas armadas se dediquen a lo suyo y ustedes dedíquense a lo que les toca. Si no pueden: simplemente renuncien, pero mientras tanto, procuren respetar la Constitución o aún mejor, los principios que la informan.

joseluis@camba.ws

P.D.: Gran parte de este artículo fue plagiado de otro mío publicado en el periódico “La Crisis” el 10 de enero del 2005. Otro contexto, mismos argumentos: propios y ajenos.

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